Guerra, el olor a guerra es una mezcla de sudor, sangre y miedo. A eso huele la caravana en la que os
encontráis, rumbo a las llanuras de Tiefland. Un lugar anodino sin nada
reseñableque se ha visto repentinamente bajo la amenza de una horda hobgoblin
aparecida de la nada. Las villas y pequeñas ciudad de la región han reunido
todo el oro posible para contratar a compañías de mercenarios que defiendan
unas tierras que no importan a nadie. Y ahí estáis, lejos de las aguas y
mástiles de barcos, en busca de fortuna, rodeados de chusma y de un tipo con
piel dorada…
La misión
Tras las presentaciones
iniciales con Lúvatar y llegar al
campamento de la compañía de mercenarios, de aspecto de milicia, un semiorco
tatuado os ladra órdenes y separa del resto de la compañía, invitándoles a
entrar a una tienda. Una joven mujer con armadura, de pelo negro y mirada feroz
se presenta como Arianne, la comandante de la compañía. En su rostro cansado
hay una herida todavía por cicatrizar. Porta una espada de bella factura.
Arianne os cuenta que su ejército es apenas eso y que no
cuenta con especialistas de ningún tipo, como lanzadores de conjuros o exploradores.
Los lugareños le han contando que en las colinas del este hay una torre pero ya
ha enviado a dos patrullas al lugar y no han regresado:
“No quiero arriesgarme”, comenta mientras pone un lingote de
oro en la mesa. “Limpiad la zona y el botín es vuestro”.
La patrulla
Con el mapa y las magras indicaciones en la mano, el grupo
se lanzó a explorar las colinas. No taradorn en encontrar restos de un
campamento, donde había signos de lucha. Siguiendo por las tierras agrestes el
rastro se econtraron con la primera patrulla enemiga. Se trataba de un grupo de
3 Gnolls, uno de ellos montado en una hiena giante y dos hienas. Ambas
patrullas se enzarzaron en un combate y el grupo consiguió acabar con el gnoll
jinete que trataba de huir a lo que parecía su guarida.
Explorando los alrededores, encontraron lo que parecía un
superviviente, pero no se tratataba de un soldado. Era un hobgoblin que había
perdido sus piernas, a punto de morir balbucéo
“Demónios de sangre”. Su estertores se apagaron y las
colinas quedaron silenciosas.
La torre
El rastro de las hienas era fácil de seguir mientras se
internaban en las silenciosas colinas donde no se escuchaba ningún ser vivo.
Tras detenerse para descansar, esperaron a la noche para aproximarse a lo que
era la guarida de sus enemigos: la torre que los mercenarios les habían
indicado. A pesar de contar con las sombras, su imprudencia hizo que un guardia
los detectase, y los Gnolls se lanzaron al combate, primero de manera
desordenada y luego por oleadas, guiados por el vigía sobre la torre.
En un combate formidable, los héroes consiguieron despachar
a la partida de guerra gnoll aunque acabaron exhaustos: habían acabado con 9
Gnolls, 3 hienas y una hiena gigante.
Cuando descendieron hacia la torre, vieron una figura
gigantesca que se alzaba en la puerta. Era el guerrero Gnoll más grande y
horrendo que nunca habían visto. Rheon se lanzó a la carga y en un brutal
combate hombre a hombre acabó con él.
El demonio
La torre era apenas una ruina, ocupada por un campamento
gnoll y por sus monturas y mascotas. Al bajar por las escaleras de la derruida construcción,
encontraron un piedra puesta a modo de altar, cubierta de despojos de lo que
parecía haber sido la patrulla. Los despojos comenzaron a moverse y de la
sangre y vísceras se materializó una hiena demonio, avatar del dios de los
Gnolls, con dos cabezas.
El combate final fue feroz, Moldan estuvo a punto de morir y
el resto del grupo apenas pudo contener las embestidas de la criatura, aunque
en última instancia consiguieron derribarla mientras se desintegraba en una
maraña de sangre, víscera y muerte….
Ya sólo quedaba buscar el magro botín.
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